Aproximarse a las emociones y comportamientos de niños(as) recién nacidos(as) permite un mayor vínculo entre un bebé y su madre, pero también una comprensión más amplia de los lazos familiares que se desarrollan, previniendo incluso ciertas enfermedades. Para ello, el escuchar y observar por sobre el hacer y decir se vuelven fundamentales, tópicos que fueron analizados en el concurrido Seminario Internacional “La observación de bebés, sus aplicaciones terapéuticas y preventivas”, cuya conferencia magistral estuvo a cargo de Rosella Sandri, presidente de la Asociación Internacional de Bebés.
En los tiempos actuales gobernados por un acelerado ritmo de vida y, a ratos, escasos momentos para compartir con la familia, pares y comunidades, la reflexión y comprensión sobre el actuar de niños(as) desde su nacimiento se vuelve esquiva pese a su gran impacto en los años posteriores de crecimiento. Sin embargo, hace larga data se ha trabajado en metodologías de observación participante de un bebé y su familia, el cual ahora se practica en todos los continentes, siendo su precursora la psicoanalista infantil polaca Esther Bick en 1948.
Dicho método (Infant Observation) ha demostrado ser muy valioso para estudiar la comunicación emocional temprana del bebé, por un lado, y para ayudar al(la) observador(a) a desarrollar su receptividad a toda comunicación no verbal y emocional, por otro. Por ello, es considerado que el desarrollo de las habilidades de observación constituye un momento esencial en la formación de cualquier profesional de la salud mental y la primera infancia.
Entre los diferentes métodos de observación del bebé, el creado por Esther Bick “parece ser el más respetuoso de la realidad psíquica del bebé y el más atento a la experiencia del observador”, comentó Rosella Sandri, presidente de la Asociación Internacional de Bebés, en el Seminario Internacional “La observación de bebés, sus aplicaciones terapéuticas y preventivas” del 19 de Junio, en el Auditorio Julieta Kirwood. La actividad fue organizada por el Magíster en Psicología Clínica Infanto-Juvenil y Programa de Estudios Interdisciplinarios en Infancias, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
Lo que caracteriza y distingue este método de observación de otros, es el lugar que ocupan las emociones del(la) observador(a) como instrumento privilegiado para comprender el mundo psíquico del bebé. Si bien el método tradicional consiste en analizar el desarrollo de un(a) niño(a) en el seno de su familia, posee diferentes alcances o aplicaciones en contextos diversos como la sala cuna, unidades de neonatología o residencias de protección.
Después de la observación, el(la) observador(a) toma notas detalladas acerca de lo que vio. A continuación, debe presentar sus observaciones durante el seminario: “aquí cada momento de la observación será analizada con la ayuda del(la) formador(a) y del grupo; el proceso permite así detectar los elementos nuevos gracias a las asociaciones de los(as) participantes”, explicó Sandri ante unas 240 personas que repletaron el auditorio.
La observación según Bick consta de diversos momentos: en primer lugar está el impacto emocional de la situación observada para el(la) observador(a), tratando de no interferir en el desarrollo espontáneo de la relación entre padres y bebé. Pequeños detalles y signos corporales marcan la experiencia analizada, los cuales a juicio de Rosella Sandri, representan la verdadera riqueza de este método, ya que permitirán –durante la discusión en el seminario o durante una relectura de la observación– descubrir aspectos desconocidos y hasta sorprendentes. Un tercer momento se desarrolla a lo largo del seminario grupal y representa el “lugar mental” donde las observaciones pueden ser reflexionadas y elaboradas con la ayuda del(la) formador(a) y de los(as) participantes que contribuyen a otra lectura de la observación.
¿Cómo se enriquecen los participantes de la observación de bebés?
Si bien la observación de bebés se originó con propósitos formativos de profesionales ligados a infancia –especialmente dirigida a psicoterapeutas de niños y psicoanalistas– los padres y bebés también se ven beneficiados de manera, incluso, indirecta con esta experiencia. El hecho de ver regularmente a una persona que está atenta al desarrollo del bebé lleva a los padres a potenciar aún más sus habilidades de observación. Por su parte, a medida que la observación continúa el bebé también parece adquirir una actitud de observación, especialmente cuando el(la) observador(a) está presente.
Más tarde se descubrió que esta metodología ayuda a muchos otros profesionales de la primera infancia, extendiendo su uso hacia fines preventivos entre quienes trabajan en salud y en el área clínica. Para ejemplificar sus beneficios, Rosella Sandri rememoró sus participaciones en proyectos, como la observación de bebés prematuros en servicios neonatales, a través de los cuales el(la) observador(a) logró “entrar en contacto con el sufrimiento (psíquico y físico) de los bebés que son extremadamente receptivos, demandantes de atención y con sorprendentes habilidades para comunicarse con los(as) observadores”.
Por otro lado, la observación en psicoterapia –ya sea individual o institucional– de niños(as) autistas resulta muy valiosa, ampliando el proceso de escucha y comprensión de la comunicación corporal y emocional. “También me gustaría mencionar el trabajo de acompañar a los(as) cuidadores(as) de niños(as) en guarderías, la psicoterapia de los bebés y de los(as) niños(as) muy pequeños(as) acogidos(as) en dichos recintos, y la observación en los centros de atención a padres y a bebés”, destacó la psicoanalista en la Facultad de Ciencias Sociales.
Sandri acompañó a reclusas que tuvieron a sus bebés en la cárcel, donde semanalmente el(la) observador(a) se encuentra con ellas sus propias celdas. “Esto permite a la madre hablar de la relación con su hijo(a) con un tercero; el bebé, que a menudo vive una relación muy unida con su madre, recibe otra mirada sobre su realidad psíquica gracias a la presencia de un(a) observador(a)”, relató. Todas estas aplicaciones reflejan una práctica clínica variada y enriquecida con la referida metodología.
La realidad de otros bebés que se encuentran institucionalizados
El seminario se dividió en tres mesas de trabajo: “Bebés e Instituciones”, “Clínica con Bebés” y “Prevención e Intervención con Bebés”, en cuya primera mesa se abordaron los problemas y contextos sociales en los cuales viven bebés insertos en residencias; esta conversación fue moderada por la psicóloga Valeria Ávila, y contó con las exposiciones de Eduardo Yaar, Mónica Kimelman y Matías Marchant de la Universidad de Chile.
Eduardo Yaar, profesor adjunto de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, presentó algunas consideraciones psicodinámicas de la Carencia Afectiva Crónica, como la deuda a nivel país en los temas concernientes a la prevención y tratamiento de trastornos vinculares tempranos.
“Los equipos de salud cuentan con pocas herramientas terapéuticas para apoyar a los miembros de la familia biológica en su lazo con el infante. Asimismo, el sistema actual de familia de temporada no ha logrado penetrar las diversas capas de sociedad civil y nos encontramos con una escasez crónica de grupos familiares que deseen realizar una experiencia de acogida”, señaló.
Estas falencias de tipo estructural, han llevado a una alternativa de difícil manejo, según el docente, como es la institucionalización de niños(as) y adolescentes en residencias de menores, tema que se vuelve más sensible cuando ocurre con recién nacidos. “La internación del infante es entendida hoy como la última opción que dispone el Estado para su protección; es considerada una medida de carácter excepcional y transitoria”, puntualizó.
Mónica Kimelman, profesora asociada de la misma facultad, presentó la ponencia “Interacción diádica de bebés en maternidad”, en la cual destacó las tareas asociadas a la madre, bebé y la necesidad de realizar una observación participante. Además de conocer la singularidad del recién nacido, compartirla con padres, evaluar el proceso vincular en curso y alejar las proyecciones maternas que “hipotecan el desarrollo de la identidad propia”, apeló.
Desde su experiencia profesional en residencias donde niños(as) viven separados(as) de sus padres debido a medidas de protección emanadas de un tribunal de familia, y son vulnerados en sus derechos, el académico del Depto. de Psicología de la U. de Chile, Matías Marchant, ilustró de manera vívida lo que el método de observación de bebés permite pensar y reflexionar tanto desde un punto de vista terapéutico como ético, en el marco de la práctica y teoría psicoanalítica.
Para el académico, la observación de bebés brinda la posibilidad de ver los problemas que afectan a algunas madres o cuidadores(as) para poder enfrentar la difícil y sensible tarea que implica dedicarse a cuidar y atender a un niño o niña.
“Esta metodología nos ha permitido ingresar a los centros residenciales ya no para enseñarles a ver a los(as) niños(as) en términos de evaluación y diagnóstico, sino que -dentro del marco institucional- ha hecho que quienes trabajan cuidando niños(as) puedan volver a mirarlos(as), pero ahora de la excepcional y pionera forma en que Bick emprendió esta labor”, comentó Marchant.
El propósito del concurrido Seminario “La observación de bebés, sus aplicaciones terapéuticas y preventivas” fue generar instancias de transmisión y difusión del Método de Observación de bebés, tanto en el ámbito de la formación como en contextos clínicos, educaciones y preventivos, entre otros.
Carolina Escobar, periodista Facultad de Ciencias Sociales.